Este año tocó Barcelona. Siempre que puedo, prefiero no repetir medias maratones. Me gusta correr en ciudades nuevas, aunque la de Madrid la he corrido dos veces, y Salamanca sé que la haré alguna vez más. Esta media tenía, sobre todo, una cosa que me hacía especial ilusión, mi amiga Leticia se apuntaba. Las medias maratones no son su distancia favorita, de hecho sufre un poco, pero esta le apetecía, por lo que teníamos que poner facilidades en las quedadas de los entrenamientos de tiradas largas, y hacer todo lo posible para que no perdiera la motivación. Esto ha sido así, hasta que hace dos semanas se lesionó. No ha podido correr, pero ha sido la mejor animadora y compañera de viaje que hemos podido tener. El fin de semana ha sido tranquilo, aunque con algún km de caminata de más en las piernas, y con el tiempo lluvioso hasta hoy que, por suerte, no nos ha mojado, pero nos ha acompañado un fuerte viento durante toda la carrera. El inicio ha sido un caos, no sé si por problemas de la organización o nuestros propios, pero cuando nos hemos dado cuenta, en el cajón en el que estábamos metidos la gente ha empezado a correr y sin tiempo a decirnos prácticamente nada, Alberto y su hermano han salido a por su carrera y yo a por la mía. Hasta el km 4, un desastre, no era capaz de encontrar mi ritmo, pero a partir de ahí, al entrar en la Gran Vía de les Corts todo ha cambiado. Diré que desde aquí hasta el final he disfrutado, aunque con la presión que me he auto impuesto de intentar bajar mi marca (que más allá de que sea buena o mala, es la mía y eso es lo que me vale) que está en dos horas. En el km 2 y en el 8 teníamos el aliciente de ver a Leticia, en el 20 también estaba, pero no fue posible verla. Y la curiosidad de la carrera llega en el km 10, cuando una pareja dice por detrás “Jamón Prim, esta chica es de Salamanca”, y cuando se ponen a mi lado, sin tiempo a decirles nada, dicen “Es de MACOTERA!!!”, ellos eran de Valladolid y este verano han estado en Macotera corriendo la San Rocada. Cada vez que me pasan cosas así, me sigue pareciendo increíble. Con esta alegría sigo haciendo mi trabajo para intentar bajar de las dos horas, miro el reloj, hago cálculos y sé que tanto si bajo, como si no, va a ser por muy poquito, pero finalmente no pudo ser por 25 segundos…. Reconozco que me ha dado un poquito de pena no conseguirlo, pero me quedo con el recuerdo del bonito fin de semana que hemos compartido y con las ganas de seguir intentando conseguir mi objetivo. La fuerza que no necesito ya se la cedo a los compañeros que van a Sevilla, a disfrutarlo mucho y a por ello, ¡¡Campeones!!
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