III C.P. ASPAR LA BESANA

Calzada de Valdunciel (Salamanca), Domingo 3-10-21

José Carlos Madrid:

Unas pequeños pequeños detalles de la carrera de Aspar La Besana en Calzada de Valdunciel,  en una mañana típica de otoño en el cual la lluvia nos dio un respiro.

Chuchi Fresno:

La mañana amanecía muy malamente, mucha lluvia y el cielo negro negro. Según transcurría el día iba aclarando y quedándose una buena mañana. Dando dos vueltas por el pueblo, salimos a los caminos, bastantes pesados en algunas zonas pero por lo general se corría bien- En total casi 10km. Al llegar espera la gente de la Besana y del pueblo en línea de meta para animarnos. Un placer por esta gente y la buena labor realizada. Subimos tres de los 5 morados que fuimos. Un placer ir viendo a la gente como se va animando a las carreras populares y que poco a poco va habiendo más. Los premios preciosos y muy aprovechables fabricados por la gente de La Besana. Un placer

TOUR PÉDESTRE DU BÉARN

Pyrénées-Atlantiques, Pau (Francia), Domingo 3-10-21

Clasificación :  

Nacho Sánchez:

Por mi parte carrera por equipos este fin de semana, le tour du Béarn, al más puro estilo tour de Francia.
He corrido 3 etapas en dos días, gane la primera que era en ruta.
Esta mañana tenía un trail de 15km con 350 D+ donde e sufrido muchísimo y terminé 2º y esta tarde un relevo de 2k en el centro de Pau donde también hemos podido ganar y donde he podido exprimir algo de velocidad.

Al final he ganado dos etapas, hemos terminado 3 de la general y también hemos ganado el maillot verde de la regularidad.

Un fin de semana con un super ambiente a pesar de la lluvia. Muy contento.

Besos y abrazos para todos.

XXXII MEDIA MARATON CIUDAD DE VALLADOLID

Valladolid, Domingo 3-10-21

Clasificación :  

Gabi Vidal:

El cielo es de un color azul tan intenso que se hace raro pensar que tan solo hace unas horas antes el plomo cubría todo Valladolid no dejando ver el infinito. No dejando ver esa manchita blanca que había en lo alto de la torre de la catedral.

– Pues se ha quedado una tarde magnífica – dijo Carlos.

– Ni que lo digas – contesté. Quién nos iba a decir que podríamos estar sentados aquí, a pies del pórtico de la catedral tomando esté cafetito.

– Eso sí, a la sombra hace fresquete.

– Calla cabrón. Mira que te dije que me dejaras la chaqueta.

– ¿Pero serás gilipollas? Hasta tres veces te dije que la cogieras. Incluso la tuviste en la mano. Ahora te jodes.

La mañana era fresca en Madrid cuando me asomé a la terraza poco antes de las seis, si no es por el café caliente que tenía entre las manos abriéndome las puertas del día, me da un chungo. En cualquier caso, a pesar del madrugón y del frío, sabía que iba ser un buen domingo. Siempre te queda ese runrún del por qué, y siempre acudes rápidamente al “sarna con gusto no pica” que decía aquel. Aunque siempre alguno te puede saltar con lo de que “pero mortifica”. Es un buen tute levantarte a las cinco y media de un domingo para pegarte un viaje en coche viendo como según te aproximas al destino la lluvia golpea con rabia los cristales, como si hubiese estado deseosa de escapar del yugo de San Miguel.

– Nada que ver con el frío que pasaste esta mañana – dije yo. Ibas con la chaqueta del chándal y con el abriguillo ese gris muerto de frío.

– y tú con una camiseta finita de manga larga – contestó. ¿Crees que por que fuera la del club te quitaría el frío?

Fue a la salida de la A-6 cuando la mañana pasó de ser fresca a ser húmeda. Debían de ser como las siete y media. La noche todavía arropaba los campos castellanos haciendo que las rectas de la carretera de Olmedo no tuvieran fin cuando la lluvia quiso también darnos los buenos días. Menos mal que después de llegar a Valladolid, ya con luz del día, decidió acompañarnos y guiarnos por la ciudad durante unos minutos más, pero ya de forma cordial. Los Santos, al calor de las velas que puso madre, intercedieron a nuestro favor.

– La carita que tienes ahora no es la del calentamiento, parecías un no muerto – le dije mientras le guiñaba un ojo.

– Ya te digo. Estaba bien jodido. Cada zancada, cada rebote, cada respiración, era un dolor. Notaba como un ejército de diminutas agujas atacándome por dentro ¿Y tú? No se te ha dado mal. Esta vez el trantrán ha sido más bien rapidito.

– Pues sí, tío. Objetivo cumplido. Aguantar un posible ritmo de maratón, en ayunas y sin geles durante la carrera.

– Qué mamón. Y con unas zapatillas pasadísimas de kilómetros que te di hace ya como poco dos años. Ya es hora de cambiarlas, tacaño.

El frío calentamiento por el parque Campo Grande ya presagiaba la tortura que sería para Carlos finalizar la carrera. El agua resbalaba por nuestras cabezas y la humedad penetraba lentamente por los huesos. Nuestras caras, como las de los demás, eran un poema. Pero la de Carlos pronto tornó a drama. Yendo hacia los cajones de salida primer pinchazo. Tuvimos que parar. Unos resoplidos y continuamos unos metros, pero de nuevo el dolor apareció en su rostro. Avanzamos andando. Callados. Ni nos mirábamos. Pasado el control de temperatura y ya dentro de nuestro grupo de salida, el dolor amainando al tiempo que la lluvia.

– Tron. Eres la hostia. Sabes que Valencia se te va a dar de puta madre ¿verdad? – le dije después de pedir un vaso de agua al camarero.

– Ya veremos – respondió.

– Créeme. Lo de hoy ha sido un entrenamiento en toda regla. Madrugón. Viaje. Humedad, algo que no esperábamos, y un puto cólico nefrítico.

– Ya. Pero empastillado.

– Nos ha jodido. Y otros no se habrían ni levantado de la cama esta mañana. Y sin embargo, no solo has corrido, sino que has terminado en el 1:55 que te marcaste de objetivo. Cuando nos cruzamos la primera vez en la zona del túnel, la cara que llevabas no era buena. Y temí que pudieras abandonar al completar la primera vuelta. Pero cuando nos cruzamos la segunda vez, y sabiendo que no había punto de retorno, me dije: ¡Qué huevos tiene mi cuñado!

– Ahí ya era la inercia la que me llevaba.

– Pues joder con la inercia, la energía que da. Patentemos el tema y se lo vendemos a las eléctricas. Lo que pasó es que ya tenías en la cabeza el tigretostón.

– Que va, tío. Esta vez en la cabeza no tenía nada más que el puto dolor de riñones y la manera de ir avanzando hacia la meta.