Vuelta a empezar por Ludi García

Granada15

Granada34La experiencia de ayer no podía pasar sin una pequeña crónica. Fue casi como mi primera vez, con todos los componentes que tienen las primeras veces en cualquier cosa: inseguridades, emoción, pasión y un punto de locura. ¿Os acordáis de vuestra primera vez?

A nadie le conté que iba a intentar terminar la Media de Granada, ni siquiera a mí misma. No había entrenado ni para terminar bien una carrera de 10 km, así que me lo planteé como un entrenamiento más largo con compañeros y en una bonita ciudad. Pensando en que hace un mes sólo con andar 500 metros me cansaba, terminar los 21 y con el calor que hacía era un milagro. La presión con ese planteamiento mental era cero (me tengo que engañar así para poder hacer ciertas cosas) hasta el punto que estuvimos de cañas la noche anterior por Granada, disfrutando del ambiente. Increíble el anochecer en el Mirador de San Nicolás. Aprovecho para recordarle otra vez a Miguel lo que me gustaría que me llevase al hotel que sale en la peli de Días Contados, donde los protagonistas consuman su amor en Granada J

No dormí muy bien pero tampoco me importó porque me iba a retirar en cuanto me viera cansada. El día anterior More me había ayudado a plantear cómo hacer la carrera porque conoce bien la ciudad: en el km 12,5 me saldría del recorrido para ir andando al estadio o bien para hacer algún km más al final. El calor nos fue dando duro desde el principio y yo con este pelo negro que tengo, acumulo mucha temperatura en mi cabeza rápidamente. Seguramente fue eso lo que me hizo tirar adelante una vez que Miguel me dejó. No quise decirle nada porque sabía que me intentaría parar o se quedaría conmigo y demasiado esfuerzo había hecho acompañándome hasta ese punto a un ritmo mucho más bajo que el suyo.

Granada25Una vez que me quedé sola, sentí una gran sensación libertad, casi la misma que cuando te quedas en casa con el mando de la tele y el sofá para ti sola. Ahora podía hacer lo que quisiera y correr hasta donde pudiera. Así que me puse manos a la obra, controlándome para poder llegar hasta el final. Bebiendo en todos los avituallamientos, animándome con el público que suele querer mucho a los últimos, escuchando música a ratos, charlando con otros corredores… Me lo pasé bastante bien, la verdad. Poco a poco llegué al km 18 y fue en ese momento en el que un policía municipal se puso a mi altura con el coche y me dijo que estaba descalificada por estar fuera de tiempo. Sus palabras fueron mejores que cualquier gel energético, por supuesto que no iba a abandonar. Llevo muy mal que me manden. Seguí corriendo con el coche a mi lado, escuchando por megafonía: Dorsal 5119 abandone la carrera inmediatamente, si no lo hace tendremos que denunciarle a la federación. Le dije que no pensaba hacerlo, que tendrían que sacarme de la carrera a la fuerza y que no podían prohibirme correr por la acera. Así que seguí durante unos cuantos metros corriendo entre los peatones que me miraban atónitos. Yo les intentaba explicar lo que me permitía el aliento: ¡me quieren echar de la carrera!. Por suerte llegamos al centro de la ciudad y otro policía me obligó a entrar en el recorrido de nuevo. Recuerdo que el cabreo me hizo llorar un poco y acelerar a un más mi respiración. No sé si habéis corrido alguna vez llorando, pero no es fácil J. Si los corredores lentos no tenemos espacio en el mundo del running que nos lo digan antes, pero que nadie venga a frustrarnos después de 18 km. Ayer tiré de mi corazón para seguir adelante, ese es todo el delito que cometí. Me junté poco a poco con un grupo más grande de corredores, así que ya no era la última. Como en todo grupo, pronto apareció un líder: un corredor de unos 60 años granadino que plantó cara a la policía diciéndoles que habíamos pagado por correr 2 horas y 30 minutos y que no tenían derecho a echarnos. Fueron hostigándonos al menos otro km más con la sirena, amenazándonos con obligarnos a salir. Unos a otros nos fuimos animando: “venga, chicos, tenemos que terminar.  Hay que demostrarle a esta gente que podemos”. En los pelotones finales de las carreras hay grandes historias humanas: uno de los compañeros de bastante edad corría para conseguir que se investigara en Granada sobre los niños robados en la transición. Su hija era una de ellas. A ese hombre no sólo le habían robado un hijo, sino que querían quitarle su derecho a demostrar lo que el amor puede hacer: mover sus piernas durante más de dos horas con un cartel denuncia.

Granada15Por fin se acercaba la meta, escuchaba el móvil y sabía que era Miguel llamándome. Estaba preocupado por mí porque debería haber llegado hace tiempo pero no podía cogerlo. En la recta final antes de entrar en el polideportivo nos vimos y supe por su mirada lo que estaba pensando: ¡cómo me has hecho esto! ¿por qué no me has dicho que lo ibas a hacer?. Y de repente, ahí estaba el arco de llegada, escuché y vi a los compañeros del club. ¡Lo hice!. ¡Qué sensación de felicidad! ¡Qué orgullosa me sentí! ¡¡Qué fuerte! ¡Qué libre! ¡Qué viva!. Tengo que deciros que ha sido una de mis grandes experiencias vitales y en un momento de mi vida importante, después de sentirme tan pequeña por los problemas de salud. No sé cómo explicarlo con palabras, pero os quiero por ser mis compañeros, por alegraros por mis alegrías, por ser tan buena gente.

Besos

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *