Media maratón del camino, por More

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 EL CAMINO Y SIN PRISAS…

Yo quería hacer una etapa del Camino de Santiago desde hace tiempo. Pero, como suele pasarme con muchas cosas (tengo que hacérmelo mirar) no encontraba el momento. Hace cuatro años Gabi Ruano, ídolo, ideólogo, gran hombre y surtidor de maravillosas locuras, me acompaño en la primera media maratón que yo hacia. Fue en Cartagena, lejos de casa. Hicimos juntos esa carrera en la que no paró de hablarme y me convenció de que con voluntad y coraje se consigue mucho. En la vida y en el deporte. 

Hace un par de meses y pensando ya en el plazo para apuntarme a la media de Salamanca (aprovecho para decirnos lo orgulloso que me siento de todos los que participasteis en general y la admiración que tengo por los hermanos Bueno en particular) recibí un mensaje de mi amiga Teresa (socia reciente de este club de “zumbaos”) que me decía que no podía bajar a Salamanca para la media maratón a estrenar y a debutar con la “mora”. Pero había encontrado para ese día una carrera “especial” más cerca de Vitoria. En La Rioja. Una etapa del Camino de Santiago entre Najera y Santo Domingo de la Calzada.. Por el camino de los peregrinos y con muchas pendientes. Todo muy épico. Y además con regalo de botella de vino, copa de cristal y bollo preñao al terminar. 

Pensé en lo bonito que es estrenar la “mora”, de lo que es pasarlo mal en una carrera, de los nervios que se pasan, de las dudas que se tienen y me acorde de lo bien que se agradece la compañía en esos momentos. Y me acorde que cuando Gabi me acompaño en Cartagena. Asique…..  

Ya sabéis el día que hizo el sábado. Lluvia, nieve y viento para resumirlo y mucho miedo de que el domingo fuese igual. Hicimos un poco de turismo para no pesar demasiado. La Rioja es una bella tierra y en esta época su suelo rojo destaca mucho entre el verde de los campos y entre las cepas deshojadas de las viñas. Pero con la lluvia se forman unos barrizales ideales para enfangar las zapatillas y darle un colorido diferente a nuestra equitación. 

 

El domingo no llovía nada y hacia un día nuboso, fresco e ideal para correr. Me pongo de bien humor solo por escapar del agua y me voy a por el dorsal que entrega en la meta de Santo Domingo el mismo día de la carrera. Que ambienté más familiar hay en las carreras pequeñas. Creo que se disfruta más que en las grandes citas. Allí mismo ya me saluda un paisano de Valdemierque que entregaba los dorsales que al ver el chandal de Macotera me da recuerdos para el club y me dice que encuentra con algunos de nosotros cuando va a la carrera de ese pueblo. Manda narices. Es ponerse la ropa del club y salen conocidos por todas partes. Vaya huella que vamos dejando entre todos. Cuando llego Teresa con su marido y otro amigo no se lo podían creer. 

Nos tomamos un cafetillo para entonarnos y a Najera para la salida. En el coche muchas risas nerviosas porque ninguno de nosotros está ahora como para asegurar sin dudas que podemos acabar una media maratón sin problemas. Es lo que hay. La buena forma va y viene según el tiempo de da para entrenar más o menos y los dolores musculares ahí están y no acaban de irse. Najera tiene una iglesia Monasterio del año 1050 en la plaza y la salida es desde allí. Antes pasamos por el albergue de peregrinos para sellar nuestra credencial de peregrino. Cuando lleguemos a Santo Domingo (ay madre) nos sellarán otra vez y tendremos nuestra etapa del camino completada. En la plaza hay unos 1200corredores y con que pintas. Hay uno disfrazado de templario, el típico grupo de muy mayores que sabes que te van a dar “pal” pelo, unos pocos con pinta de galgos, un malabarista, una gran mayoría con pinta de muy aficionados y una señora con una ropa demasiado ajustada para su busto con un corrillo de admiradores alrededor.   

mediaSantoDomingoLa salida es directamente de la iglesia al monte para coger el Camino que los peregrinos han pisado por cientos de años. Se empieza con una cuesta muy empinada de un kilómetro y medio por un camino de gravilla. Y con eso ya os resumo como es el recorrido. Vaya tela. De la gravilla al barro y del barro a las piedras del camino. Una pista. Al terminar la cuesta íbamos entre los veinte últimos. Sospecho que vamos a tener una ruta larga y entrenida. 

Se disfruta de ir despacio. Se puede hablar. Ver el paisaje. Yo hablo mucho. Si no nos duele nada, terminaremos. “Te duele algo Teresa? No, pero llevo un cabreo… Y eso? Tu déjame en paz a ver si se me pasa.” Cruzando un pueblo ofrecen agua y un señor un porrón con clarete. Como llevamos la ambulancia justo detrás no creo que sea imprudente echar un traguito y hacerle los horrores al clarete de la tierra, no? El vino alegra el espíritu.

“Teresa, te duele algo? Nooo. Déjame en paz que estoy mu cabrea. Joer, Roberto como va tu señora. A mi me vas a decir.” En el barrizal va y se quiere parar a limpiar las zapatillas. Jajajaja. Me parto de risa. Quedan más de 10 km y aunque las limpies se van a poner pérdidas. La verdad es que pesaban un montón con tanto barro y el suelo resbalaba como para ir muy despacio en algunos tramos.

Estampas del camino.:

  • Un señor pesado que corre con un peluquín (no se como se le sujeta) que subiendo una cuestaza casi parados se nos pega y aconseja que vayamos más despacio por sí nos pasa algo. Como? Si ya vamos casi parados. Sospecho que quiere pararse y no quiere quedarse sólo. Vámonos “pa lante”.
  • Una señora saliendo de detrás de un montón de alpacas arreglándose sospechosamente la ropa. Ayayayayyyy que cosas pasan en mitad del campo. Pirrilera lo llamo la señora.
  • Uno que lleva toda la carrera con nosotros y que se pone a esprintar en los tres últimos kilómetros. Que le queda gasolina dice cuando le miramos arrancar. Que cosas.
  • Y ese artista de circo con coleta que se hizo toda la carrera haciendo malabarismos con unas mazas.
  • Un chaval que ya ha terminado y viene a buscar a su chica para acompañarla hasta meta. Momentazo romántico con lágrimas incluidas. Las emociones que no despierten estas carreras….
  • Y los grupos de peregrinos que van por el camino con esa expresión en la cara de que están encontrando entre sus pasos algo que llevaban tiempo buscando y que en realidad tenían dentro de ellos mismos.

Y vamos tan despacio que estamos a atentos a todos los detalles y todo esto es nuestro tema de conversación. Bueno, de la mía. Porque mientras yo parloteo sin cesar, la amiga Teresa sigue maldiciendo y acordándose de la madre de quién le hablo de esta carrera. Pero, eso si, no la duele nada. Así que, a pesar de un par de amagos de querer pararse abortados por el carácter de su marido y mi cháchara , vamos a terminar si o si.  

Para qué se vean bien los colores del club nada como terminar primeros. Pero si no se puede, ya imaginais cual es la otra posición única y especial en toda carrera. Adivináis no? Pues eso. Nos llevamos la ovación demediaSantoDomingo2 toda la plaza y nos vieron entrar bien orgullosos de nuestros colores y de haber terminado esta carrera dura pero muy emotiva. Lágrimas de rabia por el esfuerzo realizado y el reto conseguido, muchas risas, los niños de Roberto y Teresa por allí, amigos y los bollos preñaos y el vino allí mismo casi en línea de meta, jejeje.

Y claro, nos vio todo el mundo. Como no iba a venir alguien a preguntar: pero de verdad que sois de Macotera? Toma ya. Un “esparrama” primo segundo de Teresa que también había corrido. Si es que no puede ser.  

La organización tenía preparados algunos lugares para ducharse. Nosotros fuimos al albergue de peregrinos y allí otra señora de Salamanca y su hijo que había corrido este año la media de Babilafuente y que reconocía las camisetas del club. Jejeje. Reconocidos de nuevo gracias a que estáis por todas partes dando que hablar. A partir de ahí, que se puede hacer con tus amigos un domingo en La Rioja? Que rico estaba todo. Desde las patatas a la riojana hasta los dulces típicos de Santo Domingo con forma de gallina. Sí vais en busca de carreras diferentes y “especiales”, esta es de las muy recomendables. Por recorrido exigente pero bonito, por ambiente, por el encanto que tiene el Camino de Santiago, el paisaje y los pueblos que cruza. 

Ah, lo olvidaba. Dos horas y treinta y siete minutazos dándole al trote. Menuda panzá. Estaréis conmigo que esta vez, cuanto más tiempo hubiésemos tardado, más hubiésemos disfrutado. Eso si, si no te duele nada.

 

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