Por Ignacio Chico “Ina”

Eran poco más de las 11:00h cuando, tras guardar un minuto de silencio, sonaba el disparo que marcaba el inicio de una carrera en la que el Dios Eolo sería el principal protagonista. Fue un juez improvisado que ya venía amenazando toda la semana y que le añadiría un punto de dureza extra a la mítica distancia.

Durante los primeros kilómetros ruedo en solitario y como me daba el aire de espaldas iba fenomenal, muy rápido y sin forzar ¡qué lujo! Me iba diciendo: “Ya tendrás tiempo de forzar cuando te dé el viento de frente”. Vaya si daba de frente. Según pasaban los kilómetros iba cogiendo a gente para ponerme detrás de ellos para protegerme del viento, pero los soltaba porque no me convenían, así hasta el kilómetro 10.

Cuando dimos la vuelta, otra vez el aire de espaldas, y a recuperar y a disfrutar con esos ritmos tan altos que gracias al viento llevaba. Tuve suerte que cuando el viento cambió cogí a 4 corredores y ya fui con ellos hasta la meta dando relevos. Sin hablarnos nos entendimos muy bien. Cuando me crucé con el 1º, mi pensamiento se fue hacia Roberto, “si el hubiera corrido esta Media hubiera ganado de calle”, ya se merece una “grande”.

Al llegar a la ciudad deportiva, allí estaban Rosbel y Samuel animándome, esto provocó un último esfuerzo y …1h 32 minutos y 24 segundos, algo impensable para mi porque venía de estar sin correr desde la San Rocada de 2011.

Para finalizar esta crónica quiero agradecer a Juan Pedro que desde su clínica “Fisioterapia del Tendón” diera con la clave de mi rodilla y ahora esté disfrutando como un niño con zapatos nuevos.

Salud y Kilómetros.

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