Maraton chicago, por Miguel Bonilla
Un maratón empieza cuando termina el anterior. El descanso físico y mental es el que te permite empezar la preparación con ánimos para terminarla. En mi caso me agota más el stress del último mes de preparación que todo lo demás.
Lo he dicho varias veces; El maratón en sí, es una fiesta que hay que disfrutar hasta de los dolores y sufrimientos que vas a tener.
Este maratón me volvía a llevar a EEUU, en un año los he visitado tres veces y esta vez era Chicago la me esperaba con un tiempo estupendo para correr.
Nueve horas de viaje y dos mas, entre aeropuerto y traslados al hotel, te dejan tonto para el resto del día, pero hay que tirar palante, que el viaje también es turístico. Las visitas están planeadas antes del ir y ese día las realizo en las cercanías del hotel
El hotel esta en una ubicación estupenda para todo. La salida y llegada del maratón las tengo a 400 metros y los lugares mas típicos de Chicago también muy cerca con lo que me permite no patear mucho por la ciudad, además el bus será mi aliado para no agotar en exceso mis piernas.
En los siguientes días realizo las visitas típicas (la torre Willis, Hancock, magnificent mille….etc) poquito a poco hasta el día D.
El domingo amanece fresquito y con sol, genial para correr. Tras el desayuno todo el grupo nos dirigimos a salida y al corral asignado por la organización. En los días previos hice amistad con dos parejas de Onda (Castellón) y me invitaron a correr con ellos ya que María José iría a 4 horas y ese era más o menos mi objetivo. La acompañaban Andrés, su marido y Luis, con lo que se hizo un grupo estupendo.
Si ya es una fiesta la carrera no os podéis imaginar la locura de carrera que se marco Luis, impresionante. Su equipacion contenía lo normal para correr, mas unos globos, gafas enormes, bandera española y yo que se mas……creo que abra echo dos maratones en una, se paraba a hacernos fotos ( tipo Braulio) animaba al publico, daba besos a toda mujer guapa, se subía a los escenarios de música, un crack, nos hizo disfrutar como nunca.
La competición en si fue estupenda, el ritmo lo marcaba Andrés y íbamos para clavar las 4 horas si no pasaba nada. Tengo que decir que María José cumplió como una campeona, yo no. En los últimos kilómetros me fui quedando y tras unos amagos de tirones en el muslo izquierdo decidí tomarme con tranquilidad los últimos 4, con un resultado de 4:12. Solo una salvedad, ese tiempo lo realice según mi garmin en 43, 54 kilómetros, un desfase excesivo y lo mismo le pasó a María José.
Cada final es igual y diferente a la vez, cuando recibes la medalla te sientes impresionante, eufórico, te duele todo y no sientes nada, solo felicidad, risas, sin palabras para describirlo, hay que sentirlo.
Rapidito al hotel esa ducha y un pequeño descanso merecido, poquito que por la tarde tengo un crucero por el lago para despedirme de la ciudad.
La mañana siguiente, un paseo y unas compritas, terminan con mi visita a una ciudad acogedora, multicultural, y sencilla de conocer.
Otro estupendo viaje, otro gran maratón, otra muesca en mi brazo.
El siguiente reto será diferente, tras los carnavales la tierra del sol naciente me espera. Un palante
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