Fin de semana como ermitaños por Gabi Ruano
El viernes día 22 llegamos al caseto del monte a eso de las 21,45.Por motivos de trabajo no pudo ser antes. El sol, ya había caído. Encendimos las velas y empezamos a poner lumbre para cocinar las sopas de ajo, era nuestra primera vez, nervios, no teníamos miedo pero si la inquietud de si nos iba a gustar o no? pero bueno seguro que no éramos los primeros, lo hicimos despacio , lento, con fuego, casi con pasión y además nadie había muerto , porque le hubieran salido bien o mal unas sopa castellana. Al final nos gustaron y repetimos, estaban deliciosas. Joer unas sopas de 1 hora al fuego lento. Al terminar un poco de charla hasta que el Gabi deja de hablar y empieza a respirar fuerte.
El Sábado por la mañana me levanto y bajo al pueblo a buscar la leche de cabra en ca Agustín un amigo que con gran destreza y en pocos minutos nos consigue litro y medio de su mejor cabra. Juan Antonio mientras avivo el fuego para que con sus ascuas calentáramos la leche, para hacer sopas de leche autenticas. Estaban espectaculares, fregamos el puchero y los cuencos y empezamos a correr y juguetear por las callejas de Montelacasa. Dando vueltas y revueltas pasamos el Margañan por el puente verde e iniciamos un recorrido precioso hasta el alto de cuesta Aguda, entramos por la dehesa de Zarza e iniciamos el descenso hacia Alaraz. Compramos las patatas en casa de Pedro y de camino hacia Malpartida compramos el pan en el horno. Esta vez volvemos por el camino y al llegar al caseto casi 19 kilómetros. Es llegar, eran ya las 2 y de vuelta al tajo lumbre pelar patatas, hacer los torresnos y a eso de las 16 horas a comer esas patatas meneas, que no os imagináis, que sabor, a fuego lento. Una siesta y un paseo por los molinos. Al caer la tarde, decidimos cenar pronto, que no nos pasara lo del día anterior. El menú era morcilla de Jorge y punta de lomo. También espectacular. A las 10,30 horas nos metimos al sobre.
El Domingo, después de desayunar, cogimos el camino y la mochila y a por el pan a la localidad abulense de Cabezas del Villar. Entre ida y vuelta nos salieron 13 kilómetros, pasando antes por las Pozas (manantial de aguas sulfurosas) por cierto muy recomendable para problemas de piel y de estomago, aunque su sabor y olor no son muy agradables. Pusimos toda la carne en el asador. Aquello era una orgia de colesterol puro y duro. Pero había que rematar la fiesta. Ha sido al menos para mí una experiencia muy gratificante, a la vez que reflexiva. En momentos me imaginaba a mi Abuela (Abuelita) todo el día, cocinando, que no se apagara el fuego, después fregando y por la tarde lavar la ropa de sus cinco hijos que alguna vez fueron siete. Imagino que al llegar la tarde o noche, estaría cachada y deseando ir a la cama. Pero seguro que alguna noche aun le quedaba más si el Abuelo venia con ganas en aquella época, no estaba en el diccionario lo de estoy cansada o me duele la cabeza. Por desgracia en aquella época eso hubiera sido un sacrilegio (puto machismo)
Al final otro fin de semana intenso, atlético y de convivencia.
Daños colaterales: Medio kilo de más, un poco de su Si alguien se ha quedado con ganas, que no se preocupe en la otra vida puede hacerlo, me parece que no hay problema.
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