El eco de las pisadas (o las pedaladas) por Lillo
El eco de las pisadas (o las pedaladas)
En nuestras tierras doradas, donde el tiempo se desvanece con el trigo recién cosechado, aún resuena el continuo eco de las pisadas, a veces pedaladas, de los y las atletas del club de Macotera. No son simples zagales, o zagalas, sino extensiones de voluntades férreas, de corazones ardientes y viciados con la efervescencia del galopar o cabalgar. Imaginaos a Leónidas, con sus trescientos valientes, plantando cara al imperio persa en las Termópilas. Cada golpe, un grito de libertad; cada escudo, un muro contra la tiranía. O a Juana de Arco, la doncella de Orleans, cabalgando hacia la batalla, su fe como estandarte, su valor como armadura. Pues ahí está el amigo Juan, en el campeonato de España, con el resto de compañeros y compañeras, el León del Margañán, el Guepardo de la Marrá, el Supermán de las mallas amarillas, el Garrobín venido de la Galia (¡aúpa Pau!), y otros tantos morados y moradas, cruzando la península para dar batalla, corriendo o animando, en el Campeonato de España Absoluto de Maratón celebrado esta mañana en Barcelona. No son dioses, sino hombres y mujeres de carne y hueso, con miedos y dudas, pero con una ilusión y una chispa que los impulsa a misiones complicadas, motivantes, a lo hipotéticamente imposible. No buscan la gloria, pero en su perseverancia y en su lucha, para nosotros, certifican que son máquinas y leyendas. Son meses de entrenamiento, de lucha, pero llevados con una sonrisa intacta, compartiendo sus éxitos con compañeros, amigos, familiares, paisanos. ¡Ahí está la gracia! Estos máquinas bien merecen grabar el nombre en el mármol de una calle de Macotera, aunque ya lo han cincelado en nuestra cabeza, en el mármol del tiempo y la memoria, en nuestros corazones, y nos recuerdan, con los pies en el suelo o el culo en el asiento de la bici, que la grandeza no reside en la ausencia de caídas, sino en la voluntad de levantarse una y otra vez y seguir pedaleando, o dando zancadas. Enhorabuena a todo el equipo. Especialmente a nuestro transmorucho Juan, gran atleta y mejor persona, que, en las mesas de madera de Villares, cuando titilan las cervezas, o en el silencio de la noche del Arenal, cuando titilan las estrellas, siempre entona alguna melodía para contribuir con esa alegría compartida del pedalear y disfrutar en libertad. ¡Qué bonito es el deporte, cuando está bien interpretao! ¡Viva San Roque! ¡Viva la vida! ¡Viva el Club de Atletismo Macotera! ¡Qué grande eres, Juan!
En nuestras tierras doradas, donde el tiempo se desvanece con el trigo recién cosechado, aún resuena el continuo eco de las pisadas, a veces pedaladas, de los y las atletas del club de Macotera. No son simples zagales, o zagalas, sino extensiones de voluntades férreas, de corazones ardientes y viciados con la efervescencia del galopar o cabalgar. Imaginaos a Leónidas, con sus trescientos valientes, plantando cara al imperio persa en las Termópilas. Cada golpe, un grito de libertad; cada escudo, un muro contra la tiranía. O a Juana de Arco, la doncella de Orleans, cabalgando hacia la batalla, su fe como estandarte, su valor como armadura. Pues ahí está el amigo Juan, en el campeonato de España, con el resto de compañeros y compañeras, el León del Margañán, el Guepardo de la Marrá, el Supermán de las mallas amarillas, el Garrobín venido de la Galia (¡aúpa Pau!), y otros tantos morados y moradas, cruzando la península para dar batalla, corriendo o animando, en el Campeonato de España Absoluto de Maratón celebrado esta mañana en Barcelona. No son dioses, sino hombres y mujeres de carne y hueso, con miedos y dudas, pero con una ilusión y una chispa que los impulsa a misiones complicadas, motivantes, a lo hipotéticamente imposible. No buscan la gloria, pero en su perseverancia y en su lucha, para nosotros, certifican que son máquinas y leyendas. Son meses de entrenamiento, de lucha, pero llevados con una sonrisa intacta, compartiendo sus éxitos con compañeros, amigos, familiares, paisanos. ¡Ahí está la gracia! Estos máquinas bien merecen grabar el nombre en el mármol de una calle de Macotera, aunque ya lo han cincelado en nuestra cabeza, en el mármol del tiempo y la memoria, en nuestros corazones, y nos recuerdan, con los pies en el suelo o el culo en el asiento de la bici, que la grandeza no reside en la ausencia de caídas, sino en la voluntad de levantarse una y otra vez y seguir pedaleando, o dando zancadas. Enhorabuena a todo el equipo. Especialmente a nuestro transmorucho Juan, gran atleta y mejor persona, que, en las mesas de madera de Villares, cuando titilan las cervezas, o en el silencio de la noche del Arenal, cuando titilan las estrellas, siempre entona alguna melodía para contribuir con esa alegría compartida del pedalear y disfrutar en libertad. ¡Qué bonito es el deporte, cuando está bien interpretao! ¡Viva San Roque! ¡Viva la vida! ¡Viva el Club de Atletismo Macotera! ¡Qué grande eres, Juan!
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!